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La soldadura a gas fue una de las primeras técnicas de fusión, empleándose en una gran variedad de metales, aleaciones y, sobre todo, materiales no ferrosos. Aunque con el paso de los años su importancia ha decaído, la soldadura a gas sigue siendo una técnica muy útil cuando se trabaja sobre aluminio, cobre o chapas metálicas.
La soldadura a gas se puede clasificar en dos tipos, según cómo se realice. Por un lado, está la soldadura por fusión, en la cual se emplea una varilla para juntar las piezas que se quieren soldar. Es importante que la composición de la varilla sea la misma que la de los metales a unir.
Y, por otro lado, está la soldadura fuerte y blanda. En este tipo de soldadura se crean juntas de alta resistencia en la zona de contacto y los bordes de las piezas no se llegan a fundir. Para diferenciar entre la soldadura blanda y dura se emplea la temperatura, considerándose blanda si es inferior a 427°C y dura en caso contrario, cuando alcanza más grados.
Como su propio nombre indica, este tipo de soldadura emplea gases para su funcionamiento. Estos gases se mezclan con otros que actúan de combustible en una cámara, la cual va unida al soplete mediante una tubería especializada. En el soplete es donde se produce la llama necesaria para poder realizar la soldadura. La intensidad de la llama se puede controlar a través de un regulador que limita el caudal máximo del gas.
Para realizar una soldadura a gas se emplean principalmente tres gases que son: el oxígeno, nitrógeno y argón. Todos estos gases se extraen del aire mediante un proceso denominado fraccionamiento. Cada uno de los gases tiene una función concreta dentro del proceso de soldadura. Es por ello que, dependiendo del objetivo y la actividad, se requerirá de las particularidades de un tipo de gas u otro. Estos son los más importantes tipos de gases para soldar:
Es un elemento indispensable en el proceso de soldadura a gas autógena, en la que no se utiliza un metal de unión, sino que se actúa sobre la superficie de los metales. El oxígeno se emplea principalmente para realizar soldaduras de corte en determinados metales.
El nitrógeno se caracteriza por poseer una temperatura de ebullición baja, por lo que se emplea más como un gas protector y en procesos de refrigeración. Así mismo, también se utiliza como componente auxiliar en las soldaduras de corte.
Como en el caso anterior, se trata de un gas protector y se utiliza principalmente cuando se trabaja con temperaturas muy altas.
Además, es necesario contar con un gas combustible que sea capaz de generar la llama. Los principales gases que se emplean como combustible son: el acetileno para soldaduras de corte, metano para soldadura fuerte y blanda, propano para procesos de soldadura en general e hidrógeno para un uso limitado. Es por eso por lo que a la soldadura a gas también se le conoce como soldadura por combustión.
Para realizar una soldadura a gas únicamente es necesario contar con un soplete, un conector y dos bombonas de gas cargadas con los gases que se necesitan para realiza la soldadura. En el mercado puedes encontrar packs de soplete que ya cuentan con todos los materiales necesarios.
Así mismo, siempre se deberá emplear un equipo de protección para poder trabajar con total seguridad. De esta forma se consiguen resultados profesionales.