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Todos los procesos de soldadura, independientemente del metal, requieren de unos procesos y el conocimiento técnico del material que se va a usar. Tanto del electrodo, como la superficie de contacto donde se va a realizar la soldadura. En el caso del acero inoxidable, esta tipología de acero cuenta con una serie de particularidades que varían respecto a otros aceros ordinarios. Por lo que la soldadura a practicarse también tendrá ligeras modificaciones. El objetivo principal de esta actividad es siempre poder disponer del tipo de soldadura más indicado para alcanzar los resultados esperados.
La soldadura de acero es un procedimiento muy habitual, dadas las características y las oportunidades que ofrece. Y del mismo modo, la gran mayoría de herramientas profesionales están fabricadas con este tipo de aleación del acero, tal y como abordamos en este post. Una de las grandes ventajas de este material es que puede ser aplicado en ambientes corrosivos y responderá a la perfección, en gran medida porque su aleación la compone un porcentaje de cromo, lo que permite que no se oxide.
El uso del acero inoxidable en soldadura tiene una finalidad clara, que es la de resistir la corrosión producida por el agua. También es un gran aliado para desarrollar soportes capaces de aguantar altas, y bajas, temperaturas y tensiones elevadas.
Teniendo esto en cuenta, conviene conocer algunos detalles técnicos antes de someter a una soldadura de acero inoxidable. Factores clave como el punto de fusión, la velocidad de conductividad térmica, la expansión térmica o la resistencia eléctrica.
Dentro de todo el conjunto de aplicaciones prácticas para conseguir una buena soldadura para acero inoxidable, hay que distinguir entre los distintos procedimientos que se pueden ejecutar. Diferentes tipologías de soldaduras entre las que se encuentran las siguientes:
Por último detallamos los pasos básicos que es necesario seguir para realizar una soldadura sobre superficies inoxidables con éxito. Lo primero de todo es disponer del material necesario. Un buen equipo tanto para soldar, como con recambios suficientes de electrodos para poder trabajar con la mayor profesionalidad y bajo la máxima garantía.
Tras la preparación del metal aplica el flujo de soldadura adecuado en la zona para eliminar restos y óxido que pueda quedar. Caliente el metal sobre el que se va a proceder la soldadura y empieza a añadir la soldadura. Arrastra la varilla sobre todo el área que va a ser tratada y revísalo para que quede una unión uniforme. Una vez enfriado, puedes volver a aplicar otro base para asegurarte de que la unión está perfectamente cerrada y posteriormente elimina el exceso limpiándolo con agua y un cepillo de alambre.